20060904

LOS HOMBRES Y SU TIEMPO

LA AVENTURA DEL PENSAMIENTO

[a Duinka]

¨Quedó mirando el sapo el espejo de agua:

tarde comprendió que el mago no había mentido¨

Luis A. Rojas

¨Me sostiene/este vivir en vilo/ni mapa/ni promesa,/en una antesala donde todos trajinan/como empleados/para olvidar¨. Esa puerta fascinante de Rafael Cadenas, entrega un boleto hacia el majestuoso viaje de la aventura de pensar. Como el salto de Alicia, que caía hacia arriba o la sabia utilería de la amistad de un cronopio en medio de una cosmopista y sus autonautas o el prodigio monumental al seso que despierta Stephen Dedalus o su homólogo Leopold Bloom. En ocasiones por un lapsus linguae uno comienza un trabajo de parto que culmina con el destello multivariante de una maravilla o el desconsuelo del insomnio de una noche sin brindis.

Plank y Einstein cambiaron para siempre la imagen de la materia y la energía, Cortázar por ejemplo alegra la fiesta con un cuento redondo y los deslindes entramados de los intelectuales obvios. ¨el simple canto de un pájaro, la mirada de un hombre que pasa, la llegada de una carta son hechos que existen de verdad, que para ese ser tienen una importancia que no tiene el cólera en la India¨ (Sábato). Todos pensamos, con o sin muletas siendo o no más o menos inteligentes, todos aunque sea por ósmosis, permean una idea y en todos hay una aventura del pensamiento que invita al parto. Tenemos el hecho científico a lo Arístides Bastidas del tío Fermín, que tiene un conocimiento de bosque elisio o guarapo de panela.

Es el vilo de Sábato en Abadón o la confesión excelsa de Sor Juana Inés de la Cruz o en ese orden de cosmogonías, la espada de fuego de San Juan de la Cruz. Es la cascada de emociones de Apolinaire en Alcoholes y cada figura-símbolo de sus caligramas. Es la copla olorosa a fogón de Efraín Subero y el terrible legado que subyuga el alma de la cantata de Ludovico Silva. Es la Claudia de Ernesto Cardenal y la historia del magma que forma al hombre latinoamericano. Allí donde el capitán Neruda, se recrea en su yo-nosotros, emergen dioses y demonios, todo en uno, como parte de los miedos y las dudas en las que hemos crecido, en las que hemos creído.

En ese orden de ideas, vemos surgir las poderosas palabras de Tagore, el centinela de la paz y la seda musical del mundo interior. La interestelar supernova o los dragones de la inteligencia, se dibujan y emergen de las visiones de Sagan y aquí en la tierra los dioses de la guerra, aún tienen un rincón para el amor, como humanamente lo moldearan Fromm y Buscaglia. En esta aventura de la mente habitan Rimbau y Baudelaire, en sus textos malditos (benditos) y toda la magia del haikú en la brevedad de su inconmensurable espacio. Renace del advenimiento del Tercer Reino en la última novela de Hermann Hesse, en medio de un extraño juego; habita en el estanque simbólico de los jardineros prudentes de El derecho de soñar de Bachelard y en esta línea de Cintio Vitier: ¨Quién soy hacia lo eterno de estos búhos/trocando selladas melodías por aldeas…¨.

Es la gran matriz donde vivimos, la del frío abril y la de los relojes que daban las trece para Winston Smith: una neolengua, un solo pensamiento, una sola historia, INSOG, cerebros lavados y C4 dama en el tablero polvoso, jaque a la libertad, al sexo, al licor, a la soberana y realísima gana de no ser lo que no quiero, solo quiero la libertad de mi derecho revolucionario de llegar a la ciencia y al conocimiento, la mejor revolución después de la computadora del Califato de Bagdad antes del viaje de Cristóbal. La misma profundidad de las emociones en El ruiseñor y la rosa. Venimos de nuestros miedos desde las cavernas, de sagas numerosísimas de versiones acerca del mundo y su compleja conformación, en medio de las cada vez más numerosas religiones, de visiones del mundo y soledades alternas de muerte y destrucción. Ya lo ha dicho sabiamente Benedetti: ¨El dolor es un ensayo/de la muerte que vendrá/y la muerte es el motivo/de nacer y continuar/y nacer es un atajo/que conduce hasta el azar/¨.

Ese alquímico cosmos lo escribe Bryce Echenique en Un mundo para Julius. Un sutil trono del lenguaje y la estética acumulada con la suavidad del amor y la ternura y la nostalgia. En contraste con esos nudos gordianos que habitan en Roberto Arlt y Los Siete Locos, rabia y genio desde el barrio porteño de Flores. Como esa gente que prefiere restar –cosa que no existe- a considerar que pensar es posible. Es lo que sienten los pintores, poetas, escultores, cuenteros, creadores todos, cuando llevan sus trabajos e igualito que siempre, van al fondo del Hades, en un tiempo que agota pero que no vence a las respuestas. Confucio dijo: ¨No comprendo cómo puede haber gentes que son violentas sin ser rectas, que no prestan atención a pesar de ser estúpidas y que no tienen sinceridad aunque les falta inteligencia¨. Allí emerge Pancho Marginal y su vocería por encima de Francisco Encrucijada.

En ese orden de ideas, el planeta deconstruye del caos hacia el equilibrio infinitesimalmente, al decir de Popper: ¨Lo que realmente hace que la ciencia progrese son las ideas nuevas, incluso las falsas¨. Más allá de otras conjeturas sibles el ojo que avizora, el ojo pleisoscópico de los poetas, va de la mano con la espiral de los viajes, así lo dice Monterroso: ¨El pequeño mundo que uno encuentra al nacer es igual en cualquier parte en que se nazca: sólo se amplía si uno logra irse a tiempo de donde tiene que irse, físicamente o con la imaginación¨. En el tránsito, algunos llegan, otros se van. Siempre junto a las alegrías existe el dejo de las tristezas por aquellos sembrados y que ahora son estrellas.

Marc Bloch fue fusilado y no vio su obra hecha libro, Memo no pudo ser piloto, uno busca los bicharangos del tiempo, como dice Alberto Crespo: ¨Si llegaba la buya de las alambradas/a jamaquearme, si era papagayo,/ni cuenta me daba de los nortes/llevándome,/amarrado a una cabuya, por el camino de cabra/donde caía/y me bamboleaba, /casi prendido/ y seco, seco…¨ . En el tierrero de mi pueblo, vienen envueltos esos fantasmas de siempre, disueltos como cenizas entre el destierro de los muertos y este cementerio de vivos. Siempre habrá una aventura en las manos que recuerdan tantos rostros y la pertinaz llovizna que nos encuentra en una calle con olor de abuela y la sonrisa de alguna muchacha que nos vuelve capitán de la aventura.

Egli Dorantes